Reconociendo los animales del zodíaco
Zarathustra habló así: «El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el Superhombre: una cuerda sobre un abismo. Un peligroso ir más allá, un peligroso detenerse, un peligroso volver atrás, un vacilar peligroso y un peligro estar de pie. Lo más grande del hombre es que es un puente y no una meta. Lo que debemos amar en el hombre es que consiste en un tránsito…» (Nietzsche)
La idea de este trabajo es recorrer una vez más el Zodíaco, pero desde la perspectiva kironiana y enfocándonos específicamente en sus animales representativos. Recordemos que la etimología de Zodíaco proviene del latín zodiacus, que a su vez se origina en el griego zoodíakos, que significa figura de animal o ronda de los animales. Desde mi primer encuentro con la Astrología sentí fuertes interrogantes sobre la presencia de animales en casi todos los signos zodiacales. ¿Por qué los antiguos sabios, esencialmente intuitivos, en las constelaciones (1) «vieron» animales dibujados con estrellas? Antes de desarrollar el tema puntual de este trabajo, creo necesario analizar ciertos conceptos que pueden resultar útiles para su mejor comprensión. Al perderse la visión holística, una herramienta tan perfecta como la Astrología termina convirtiéndose en un vano intento de controlar el destino. Existen pocos sistemas más sensiblemente integradores, pero puede terminar reduciéndose a interpretaciones cada vez más minuciosas y detallistas, que terminan cayendo en el psicologismo, en un vano intento de encontrar una «explicación para cada cosa» desde una perspectiva cada vez más intelectual. Así, el pensar se asocia con el hacer, y el sentir muchas veces sólo puede manifestarse a través de somatizaciones, físicas o psíquicas (cada vez más numerosas). Es indispensable mantener un ejercicio constante en el pensamiento analógico para utilizar adecuadamente el complejísimo instrumento que nos brinda la Astrología. La humanidad está preparada, desde hace tiempo, para unir los diferentes niveles de la realidad, a pesar de que visiblemente aún se debate entre los polos de la dualidad. Para trascender la dualidad es necesario comprender el esquema tripartito del hombre (cuerpo, alma y espíritu) y del cosmos. Será un modo de sanar tanta neurosis, producto de la grave escisión que sufrimos desde hace milenios. De acuerdo al esquema tripartito antes mencionado el hombre necesita integrar y fluir con los siguientes aspectos como si conformaran los ángulos de un triángulo equilátero:
Entiendo que desde el descubrimiento e incorporación de Kirón al «cielo» astrológico siguen sucediéndose, desde diferentes puntos del planeta, asociaciones y revelaciones que se corresponden a nuestra urgente necesidad de desarrollar paradigmas holísticos. Estos deberán ser facilitadores de la integración de nuestros diferentes aspectos individuales y, al mismo tiempo, de nuestra unión a la Totalidad como partes conscientes. Siguiendo con el pensamiento analógico, la ubicación de Kirón en nuestro sistema solar, entre Saturno y Urano, describiendo una órbita marcadamente elíptica que enlaza a ambos planetas, nos permite apreciar que también cumple, como arquetipo, una función puente en el hombre. Le permite enlazar al mundo personal, representado por los planetas de la pirámide caldea (2) , con el transpersonal, integrado por Urano, Neptuno y Plutón. Su Principio primordial es la autosanación, y se manifiesta en los arquetipos del Médico, el Terapeuta y el Chamán.
Kirón es un planeta que responde plenamente al esquema tripartito, ya que su función es integrar las siguientes triplicidades:
Los términos de la columna de la derecha, y también axis mundi, corresponden a investigaciones antropológicas sobre chamanismo y sus orígenes, cuya lectura ha ampliado extraordinariamente mi percepción sobre Kirón. Cito a la antropóloga Ana Llamazares: «El poder del chamán generalmente proviene de planos sobrenaturales o divinos, y significa un dominio de las fuerzas ocultas, tanto positivas como negativas… La metamorfosis o transformación del chamán… así como su conversión en otros seres, eneralmente animales…»
El chamán obtenía su conocimiento gracias a la relación simbiótica que tenía con la Madre Tierra. Pero era un saber exclusivo y excluyente, ya que para contactar con él era imprescindible estar pre–destinado, ser un «elegido». Esa modalidad de sentirse o ser «especial», se trasladó luego a los médicos, sucesores de los antiguos chamanes. Por y gracias a la medicina, el intelecto, también e inevitablemente, se escindió del primitivo chamanismo, y los médicos pasaron a ocupar el lugar de «dioses», incuestionados hasta el surgimiento de las medicinas alternativas. La búsqueda de la salud se está convirtiendo en un tema personal y exige hacer elecciones personales. Cada paciente deberá preguntarse ¿deseo que me corten, pinchen, estrujen y escudriñen? ¿O deseo ser curado sin que para lograrlo tenga que sufrir más aún? Este trabajo propone recuperar el instinto cuerpo animal, reuniéndolo con el claro pensar y el sentimiento, para que cada persona pueda buscar ¡y encontrar! el mejor modo de sanar sus heridas de cuerpo y alma. Agregamos que el descubrimiento de Kirón en la década del setenta «coincidió» – ¡la sincronicidad! – con el auge de las terapias alternativas, que concuerdan en su mirada holística sobre el ser humano. De allí que su función es la Autosanación , pero a través de la integración consciente de las triplicidades constitutivas en el micro y macrocosmos. De acuerdo al mito del centauro Kirón (3) , es el hombre – intelecto, el que hiere gravemente al animal – instinto. Diferentes corrientes esotéricas, entre las que podemos mencionar la Antroposofía, consideran que ha sido indispensable desarrollar el intelecto, hasta alcanzar esta etapa de hiper intelectualismo, para poder cortar el cordón umbilical que mantenía el hombre simbiotizado en un mundo animista – instintivo. Estos son los tiempos en que el énfasis desmedido en el intelecto está precipitando a la humanidad hacia un oscuro abismo; para detener esta caída es indispensable que el hombre pueda re–unir, individual y colectivamente, al animal con el dios. Ambos moran en su interior.
Dice M. Von Franz: «Cuando no se usa como instrumento, el intelecto se vuelve autónomo y dinámico…el intelect o es un instrumento con el cual podemos aportar algo de luz sobre algunas zonas, pero por medio de esa misma luz también podemos quedar deslumbrados… La actitud arrogante del intelectual es causada por motivos inconscientes tales como el prestigio o los impulsos de poder o los mecanismos de defensa provocados por el miedo. El intelecto debería purificarse de motivos falsos y no olvidar su cualidad instrumental… cuando la gente sucumbe al impulso de poder o prestigio y pierde la unidad consigo mismo, la infelicidad y la incomodidad que aparecen como consecuencias de ello, la obliga a emprender de nuevo la búsqueda de su alma (animal)… Para el misterio divino, uno tiene que renunciar al estrecho deseo de una comprensión intelectual unilateral…el intelecto debe ocupar un lugar secundario, limitándose a su propio campo de operaciones…»
Alma y animal derivan del latín anima. La idea fundante de este trabajo es analizar cuál es el impulso anímico que da origen a cada signo observando a sus animales, que de acuerdo al chamanismo, podríamos considerar totémicos.
Sigue Von Franz: «…Existe una historia de los indios americanos algonquinos que dice que el gran dios quiere comunicar a la tribu algunos secretos y ciertos rituales médicos. Para hacerlo no llama a los curanderos sino que enseña a los peces, nutrias y otros pequeños animales, les descubre el secreto y son ellos quienes enseñan a los seres humanos, lo divino y lo animal se encuentran muy cerca uno de otro. Lo divino está, tanto arriba como abajo del nivel humano, no existe diferencia. Los alquimistas dicen que arriba es abajo, por esto el animal es idéntico al principio divino…»
También en la antigua civilización egipcia, que descansaba en una compleja religiosidad, la mayoría de los dioses estaban representados por una figura humana con cabeza de animal, representando cada dios – animal una cualidad específica. Por ejemplo, la cabeza de halcón de Horus deja claramente establecida la visión aguda con la que escudriña desde las alturas. Anubis, cabeza de chacal, es el guía de las almas, del mismo modo que una persona perdida en el desierto podía seguir a un chacal, que oficiaba de guía inconsciente. El animal es maravillosamente neutro en su andar por el mundo, ya que no está sujeto al libre albedrío, producto de la polaridad. Es lo que es, ante la vida y la muerte. Y de allí su inocencia y pureza. Cada animal encarna una fuerza primaria (4) a ser comprendida e internalizada, ya que si se mantiene en estado inconsciente se convierte en altamente peligrosa. De allí la tendencia de muchas ortodoxias religiosas de reprimir los instintos, en un vano intento de controlar su peligrosidad. Así se han impreso en el inconsciente colectivo temores infundados a ciertas especies que han dado origen a mitos que aterrorizan al hombre: serpientes lujuriosas, hombres lobo, hombres vampiros, etc. Y el hombre, en un vano intento de exorcizarlos, sigue buscando en la ciencia lo que sólo la integración de la misma con la espiritualidad le puede brindar. La Alquimia psicológica propone, en cambio, que los instintos se cocinen en sus propios jugos, encerrados en la retorta; propone encerrarnos con el lobo, el león o la serpiente, hasta que, abrazándolos, los integremos como parte constitutiva de nuestro ser, permitiendo que el intelecto oficie de puente entre el instinto y la intuición. Los animales están realmente en–carnados; habitan su corporeidad plenamente, sin que sus mentes distorsionen sus instintos. Esta es también una propuesta de «volver al cuerpo», despertando a las sabias voces primarias que lo habitan.
Continúa Von Franz: «…Una buena parte de nuestro comportamiento todavía proviene del reino animal. La diferencia en nuestro caso radica en que nos encontramos en la afortunada situación de ser capaces de observar lo que sucede dentro de nosotros mientras llevamos a cabo los actos que definen nuestra conducta; podemos observarnos desde dentro y desde fuera. Cuando existe el problema de sacar del inconsciente contenidos profundamente enterrados, siempre el primer paso tiene que hacerse a través del cuerpo…»
En relación a los doce signos, hablamos con frecuencia del Camino del Héroe: nosotros pondremos el acento en el re–encuentro con cada animal, incorporando inteligentemente su modalidad y cualidades y apartando prudentemente el impulso ciego. El Zodíaco enmarca a nuestro sistema solar dentro de un círculo sagrado. La banda zodiacal es un continuum espacio – tiempo, que se manifiesta en doce Fases. Cada una es un aspecto secuenciado de la Totalidad , e indica una instancia evolutiva cualitativamente diferenciada, y cuantitativamente expresada, que tomará forma – espacio en el tiempo indicado. Ouroboros, la serpiente que muerde su cola, es el símbolo utilizado para indicar que principio y final «circulan» sin solución de continuidad. En el Zodíaco, Aries y Piscis, principio y final, devienen el uno en el otro sin corte alguno (así como todas las otras fases), aunque al intelecto le resulte difícil de aprehender. Como ya sabemos, los signo de Aire no están representador por animales, ya que este elemento está asociado al campo o cuerpo mental. Como el pensar es un atributo humano, Géminis y Acuario muestran figuras humanas, y Libra un instrumento creado por el hombre. Si observamos al Zodíaco como un continuum veremos a cada uno de estos signos luego de tres «animales» (salvo en el caso de Virgo que será analizado en su momento). Las fases de aire son indicadoras del movimiento analítico y reflexivo de la mente, capaz de comprender y objetivar, extrayendo conclusiones significativas sobre las etapas anteriores. Observemos ahora a los animales que se encuentran en ocho de los doce signos. La mayoría – seis – son vertebrados, poseedores de un endoesqueleto, que los estructura y sostiene. Los vertebrados son el producto de una compleja evolución que se desarrolló a lo largo de millones de años; también podemos analogar la columna vertebral con el Axis Mundi del esquema anterior. Recordemos que el esqueleto está regido por Saturno – Cronos, el Señor del Tiempo y de los procesos, Guía del penoso proceso de convertir a una aniñada individualidad en un ser humano responsable y maduro. También es destacable que cinco de los vertebrados son mamíferos, los animales más cercanos a nosotros, cuyas hembras transforman la sangre, ligada a un impulso marciano, en leche, que es una sustancia lunar. Podemos pensar, en realidad analogar, que manifiestan una clara asociación entre los géneros masculino y femenino, cuya reciprocidad se expresa con claridad en el símbolo del Tao. En cuanto a los signos de agua, asociados con el sentir y muy conectados con el Inconsciente colectivo, sus iconos corresponden a animales más primitivos y lejanos, indicando la necesidad de ir hacia atrás, a las fuentes originales del sentimiento, tanto personal como colectivo, para que no permanezcan en estado larvario en la psiquis, expresándose como compulsiones, miedos difusos y hasta ataques de pánico. Para finalizar esta introducción, consideraremos tácitamente que la herida kironiana está relacionada con la herida del animal específico de cada signo, y es posible que, al analizar sus características, cada persona pueda instrumentar como curarla. También creemos importante que el lector considere desde esta óptica la inclusión del animal correspondiente a su signo solar, si lo hubiere. Como la gran herida colectiva está en el campo instintivo – corporal, cada uno de nosotros podrá apreciar cuales características de los animales analizados están incompletas o decididamente dañadas por siglos de «intelectualismo». A lo largo de nuestro viaje por la senda zodiacal, iremos relacionando aspectos de los diferentes signos, para apreciar que este círculo sagrado es y funciona como un holograma. Inevitablemente, a medida que avancemos, el desarrollo de cada signo será más extenso, no sólo porque se acentúa la complejidad del sistema sino también porque iremos relacionándolos con los anteriores.
Fase I: Aries, el carnero Signo Cardinal de Fuego.
Nos encontraremos con tres animales provistos de cuernos. Los del carnero apuntan hacia «abajo», señalando que la chispa divina ha comenzado su descenso hacia la materia, abandonando el seno del Padre (Piscis). Esta Fase ha sido captada intuitivamente por los antiguos, tal es así que usaban al Carnero como un animal sacrificial en los ritos de varias culturas. Los cuernos además le sirven como armas de ataque y defensa , y se regeneran si los pierden parcial o completamente. El Carnero de Fuego surge de las oscuras aguas primordiales, Piscis, en un ciego y ardoroso impulso hacia un nuevo inicio. Abandona la seguridad de lo matricial – colectivo para comenzar, con furiosa decisión, un camino individual y lanzar, como un grito triunfal el «Yo soy». Está dispuesto a arremeter contra cualquier obstáculo que se interponga en su camino, es así que su poderosa y dura cabeza se tallaba en los arietes , antigua arma que servía para derribar los portales de los castillos feudales. Su impulso primordial está relacionado con «vencer o morir en el intento». Este signo está asociado con la guerra por medio de Marte, su regente y con la ira, desde su expresión más burda hasta la llamada «santa ira». El Carnero es frontalmente inocente, se juega el todo por el todo; expresa una energía primigenia, aún sin fascetar ni pulir. Podemos considerar a Aries como el signo más alejado de la sofisticación y el artificio. Estos últimos son el producto no deseado de un excesivo desarrollo intelectual. La herida infringida al Carnero no puede ser más notoria, ya que ha sido, y es, precisamente el intelecto el que «enfría» hasta anular cualquier expresión de ira, por considerarla «poco culta», que se canaliza entonces, colectivamente, a través de interminables guerras y luchas fraticidas, o se introvierte causando enfermedades físicas y/o psíquicas. Aún hoy, en algunos países se sigue practicando la lucha de carneros, donde es posible apreciar como, luego de retroceder para tomar impulso, se lanzan de cabeza , hasta chocar contra su rival. Esta es la cualidad primaria del Carnero: en la acometida embiste frontalmente y con una unidad total entre el pensar, el hacer y el sentir. Esta «unicidad» volverá a apreciarse en la Fase XII, Piscis, pero totalmente sutilizada.
Fase II: Tauro, el toro
Signo Fijo de Tierra. Luego de la ardiente Fase anterior, resulta imprescindible contener y abrazar fuertemente este impulso para que la Vida cobre forma en la materia. Reflexionando acerca de este signo, sentí que ya mucho se ha dicho acerca del Toro, y que como Tauro es esencialmente femenino – Ying – creí interesante explorar este aspecto analogando con la vaca. En Egipto muchas veces se relacionaba a Tauro con la diosa Isis, la diosa vaca, que lleva un casquete o corona con los cuernos del toro, indicadora de la receptividad y fertilidad de la Madre Tierra. También la media luna es un símbolo del alma, abierta hacia «arriba», bañada y vivificada por el mundo espiritual. Venus, regente de Tauro, encarna como planeta el Principio de apertura y disponibilidad. Podemos visualizar a la vaca, sólida y pacíficamente «plantada» sobre la tierra, mascando y rumiando plácidamente, con sus ubres pletóricas de leche. Es una criatura benévola y pródiga, que continúa brindando al ser humano lo indispensable para su subsistencia. La podemos apreciar en su mansedumbre , en su quieta serenidad, que trasuntan una «presencia» – o pre esencia – inmutable y permanente. Representa, además, al mundo de las hembras de los mamíferos herbívoros en las que se lleva a cabo, desde hace siglos, un milagro cotidiano: convertir la energía solar, fijada en el reino vegetal, en carne y leche. Milagro que aprovechamos los humanos. Al contemplar a este animal es claramente perceptible que manifiesta con sólida contundencia la prodigalidad de la Madre Natura, que provee incansablemente de lo necesario a todas sus criaturas. No es casual que la Luna esté exaltada en Tauro. Sólo el ser humano se convierte, por ignorancia, en una criatura ingrata y depredadora. La vaca, al igual que otros animales (por ejemplo, el alce en la Europa nórdica, el bisonte en América del Norte) es el símbolo de la generosidad incondicional del planeta Tierra. El Toro, su consorte, es uno de los Cuatro Vigías del cielo, asociados con los signos de la Cruz Fija o Cruz de poder, cuatro puntales que custodian, inamovibles, el eterno devenir. Es de carácter agresivo, y de entre los animales domésticos es el menos dócil al hombre. No tolerará intrusos y defenderá con fiereza su rebaño y su territorio (patrimonio). Pero los hombres castrándolo han logrado que se someta al yugo del arado. Así, convertido en un buey, es uncido al yugo y su extraordinaria fuerza es utilizada para transportar pesadas cargas. Se puede apreciar la dolorosa herida que sufren sobretodo los varones que han perdido su fiereza, sintiéndose al mismo tiempo abrumados por pesadas cargas…que no les corresponden. Mujeres y hombres pueden sufrir el complejo de Atlas: soportar el peso del mundo sobre sus espaldas, manteniéndose, al mismo tiempo, desconectados de su corporeidad y de la Madre Tierra. Faltos de energía, desasosegados e inquietos, muchos tratan de compensa sus carencias acentuando su materialismo, en un vano intento de encontrar seguridad que los conforte. En el primer signo de Tierra aún no se han separado los opuestos: la nutricia mansedumbre de la vaca y la indómita fiereza del Toro son una unidad operativa.
Fase III: Géminis, los gemelos
Nos encontramos ahora ante el primer signo de aire, elemento humano por excelencia cuya función es objetivar, relacionar y comprender lo hasta aquí acontecido. Como lo muestra su icono, con los Gemelos se produce el desdoblamiento y la separación de la totalidad en sus dos aspectos: Masculino (Yang) y Femenino (Yin). De la díada fundante, Aries y Tauro, surge ahora la tercera fase: la separación y simultáneamente la multifragmentación y dispersión de todas las partes. A Géminis le corresponde, no sólo la disociación, sino también la conexión o diálogo entre las partes separadas. Géminis es el signo puente, visible claramente en su símbolo, indicador de que ahora todo debe circular, veloz e incansablemente, para conectar fugazmente a las partes en constante dispersión. Esta energía es de tan alta dinamia que resulta muy difícil de aprehender, sobretodo para las psiquis habituadas a controlar que las formas se mantengan estables. Esta tercera fase contiene el momento zodiacal donde el ser humano, como entidad evolucionante y perfectible, adquiere la mente, en su aspecto intelecto, que implica la capacidad de relacionar, analizar, etc. El intelecto es analogado a una aguda espada de doble filo, capaz de abrir y separar (5), para poder observar y entender, pero si se hipertrofia esta fase, caerá en una atomización nihilista. El elemento aire permite ahora el desarrollo de un ámbito desde el cual la individualidad podrá observar con objetividad y desapego lo que está sucediendo en otros planos, sobretodo emocionales (implica potencialmente el desarrollo de un Yo observador (6) ). Mercurio, su regente, es el celeste mediador y el mensajero de los dioses, el puer eternus, moviéndose y alternando entre todos los planos de la realidad – o reinos –. La herida en este signo puede manifestarse a través del «intelectualismo», con la consiguiente escisión del mundo emocional, y/o en la dificultad para encarnar esta «extrema levedad del ser» al aferrarse a formas fijas, propias de la fase anterior.
Fase IV: Cáncer, el Cangrejo
Signo Cardinal de Agua. En esta Fase el mundo de las emociones, misterioso, siempre cambiante y sensiblemente subjetivo, se incorpora a la individualidad. Es una criatura surgida de las aguas, y que siempre retorna a ellas, la encargada de representarlo para nosotros, los humanos. Aunque mucho se ha dicho acerca de su exoesqueleto, no está de más recordar que este animal protege su blando y vulnerable cuerpo con una especie de coraza que lo blinda ante el duro y hostil mundo externo. Está diseñado para recordarnos que es indispensable desarrollar un escudo protector consciente para proteger nuestro delicado e íntimo mundo interior. Es un espacio donde reina la subjetividad, que nos orienta visceralmente en nuestras elecciones. Pocas energías más depreciadas (depredadas) que la del Cangrejo, precisamente por su lejanía al intelecto. La mayoría de estos crustáceos artrópodos, de fuerte instinto gregario, viven en amplias comunidades, donde la «unión hace la fuerza». Si bien pueden desplazarse en cualquier dirección, suelen andar de costad o «evitando las confrontaciones». Su estilo no es frontal (¿porqué habría de serlo?), pero pocas criaturas más hábiles «para rehuir el bulto». Segundo signo cardinal, delicado y sensible, el Cangrejo jamás caerá en el típico sincericidio ariano. Los ejemplares que viven en los pantanos defienden sus casas haciendo una especie de muro con piedras pequeñas y arrojando por encima de él a los intrusos. Todos, si no pueden eludir una confrontación, usarán sus pinzas, desprendiéndose fácilmente de alguna de ellas si corren peligro de muerte; ésta volverá a regenerarse en poco tiempo: «es preferible desprenderse a tiempo de una parte que perderlo todo». Esta característica también nos enseña la alta capacidad de regeneración que tiene la vida… si le damos el tiempo necesario. Las hembras llevan los huevos en su estómago hasta que nacen los pequeños: ¿acaso hay algo más representativo de la función materna?. Gestar, nutrir, cuidar. Esta es una Fase de retroalimentación, ya que una de las funciones del Principio lunar, regente de este signo, es la preservación de la especie , teniendo de este modo el individuo su vida asegurada a través de su descendencia. En esta Fase tendremos que sanar la subjetividad, condenada por paradigmas socioculturales que privilegian el raciocinio, y aprender a construir empalizadas apropiadas para proteger la delicada intimidad de nuestros espacios privados. Desde su interioridad, entonces los Cangrejos podrán elegir utilizando esta simple fórmula: «me gusta, me hace bien, lo dejo entrar» – «no me gusta, me hace mal, queda afuera».
Fase V: Leo, el León
Signo Fijo de Fuego. El fuego llega ahora para «arrancar» al individuo de la masificación o cosificación que se produciría si la conciencia se detuviera en la fase anterior. Nos encontramos ahora ante el León, animal citado por su fuerza, nobleza y valentía, en el arte, religiones y fábulas, en textos homéricos y en la Biblia. En esta última es mencionado como otro de los Cuatro Vigías del Cielo. Es el único mamífero carnívoro del Zodíaco. Surge inmediatamente la pregunta sobre qué indicará la presencia de un depredador de estas características en un círculo sagrado. Aunque resulta indudable que, una vez más, el ser humano debe integrar materia y espíritu, ahora la materia está cargada de persecuciones y sangre. El delicado barniz que nos ha impuesto la cultura, hace que consideremos con horror las cacerías y que las carguemos con las tintas del intelecto, catalogándolas de brutales y a los predadores de asesinos. Consideramos además como víctimas a los animales que tan sólo significan «comida» para ellos. cA pesar de que el León puede llegar a atacar y a vencer incluso a animales más pesados, tales como cocodrilos y aún rinocerontes, rara vez interviene directamente en las cacerías. Se limita a usar su estentóreo rugido para asustar a las posibles presas hacia donde están las hembras acechando. Al concluir el ataque éstas siempre aguardan a que el macho llegue y se sirva la mejor parte ( la parte del león ). El sultán de la selva usa su mayor peso y superior fuerza sólo si es necesario, no empleándola jamás en trivialidades…para eso están sus súbditos. Considerado el Rey de la selva – la melena equivale a una corona – es el monarca indiscutible de su manada (formada sólo por hembras y cachorros… suyos), a la que protege sobretodo de otros machos aspirantes. Los machos jóvenes vagan solitarios o en pequeños grupos de congéneres, entablando luchas hasta que logran hacerse de su propio territorio y de su propia manada, a la que protegerán con su vida. Esta especie sólo habita en sabanas y praderas, amplios espacios donde hay pocos sitios para ocultarse y protegerse. En esta etapa, guiados por el poder del León, cada individualidad se automanifiesta como única e irrepetible, con la fuerza de la presencia y la grandeza que trasunta, que no titubea en imponerse ante desafíos que parecen imposibles. «Impiadoso» ante la debilidad ajena, el León no da ni pide tregua en el escenario de la vida. Leo se encuentra en el punto medio del eje de la Naturaleza , Tauro – Escorpio, vida y muerte respectivamente. El León mata para vivir. Leo tiene el único icono simple: la unicidad conlleva soledad. El alma humana, canceriana y gregaria, se siente abrumada ante este peso, salvo que encuentre la garra necesaria y clave sus dientes en la vida misma. Para los antropósofos es la sangre el vehículo del Yo, el quinto elemento, la quinta fase. Es el mismo sol, el centro regulador y sustentador del sistema, el que reina en este signo.
Fase VI: Virgo, la Virgen
Signo Mudable de Tierra. Virgo no está representado por un animal a pesar de no ser un signo de Aire. Sin embargo, esta es también una etapa reflexiva, ya que para poder acceder a los signos restantes, considerados colectivos desde un mandala en reposo (7) , será necesario una cuidadosa introspección y una minuciosa y delicada re–elaboración de los pasos ya dados. Según la Astrología esotérica es considerado uno de los tres signos kármicos, indicando que para lograr su introyección es necesario un trabajo colectivo de alta complejidad. Sólo hay dos signos triples, Virgo y Escorpio; el resto son dobles, salvo Leo que es único. La triplicidad se expresa en esta Fase, de manera simbólica, con la Luna, la Virgen y el Niño, este último reemplazado en algunos casos por un ramo de mieses. La Luna, que es su regente esotérico, corresponde a la materia (mater), que ocupa ahora su preciso y precioso espacio: gestar al Niño sagrado, símbolo del espíritu inmutable y eterno. La Virgen es el alma, que recién ahora comprende su misión al encarnar en la materia: convertirse en puente consciente entre ella o mundo de las formas espacio temporales, y el plano espiritual de las energías puras. Virgo es identificado como el signo de la crisálida, y es la latencia la que conduce el proceso: sin prisa y sin pausa, en sutil elaboración, delimitando un espacio reservado y aún velado para la escudriñante curiosidad. Desde la Fase I la senda circular ha llevado al alma ha hundirse cada vez más en la materia. En Leo, por el impulso del yo consciente, comienza el ascenso hacia la luz del espíritu, en busca de la integración de ambos planos. En el primer signo mudable, Géminis, se produjo la división entre estos mundos – materia y espíritu –, siendo así que muchos astrólogos lo relacionan a la caída o expulsión del Paraíso. En Virgo, el segundo signo de la cruz mudable, se produce la reunion entre ambos, y es precisamente Kirón su regente quien cura, gracias a su triplicidad, el dolor de la dualidad, tal como viéramos en la introducción. La Fase V correspondió al desarrollo de una poderosa individualidad (individuo significa indiviso). Resulta indispensable ahora su inclusión en un amplio contexto que lo acote y resignifique sin atomizarlo. Acudiré ahora a Arthur Köestler para ilustrar mejor esta idea. Fue este filósofo quien acuñó el término holón, de donde surgen holístico, holográfico, etc. Holón proviene del griego holos, todo o totalidad, y on, parte, significando «la parte en el todo». Virgo corresponde, entonces, a la conciencia de parte o célula, funcionalmente orgánica, y autosuficiente, interactuando con una totalidad o sistema, que la precede e incluye. Por la complejidad de este signo, la herida puede tener una variada sintomatología, producida casi siempre por un enfoque materialista: desde la ya conocida obsesión por «acomodar» a cada minúscula partecita en «algún sitio» – ¡materia, sólo materia! –, y/o la desconexión del cuerpo y sus voces (síntomas), o, por lo contrario, la exacerbación hipocondríaca, a la que sumaremos una amplia gama de temores con sus mecanismos de compensación correspondientes, como los controles y el perfeccionismo.
Fase VII: Libra, la Balanza
Signo Cardinal de Aire. Primer Fase colectiva, inaugurada por un elemento específicamente vinculante. Libra abre el espacio del /con /por medio /gracias a, «un otro». Para una especie clánica como la nuestra, llega ahora como un desafío el complejo y desconocido mundo externo, presentado por un invento humano, la Balanza . La cruz cardinal señala un nuevo gozne, del latín cardine, y su elemento, el aire, nos indica la cualidad energética apropiada para encarar este nuevo desafío: el ánimo dispuesto a adquirir nuevos conocimientos. Sabemos que Libra ha sido el último signo en incorporarse al zodíaco, durante la cultura egipcia. Y que siempre ha estado asociado con la justicia. Pero ¿qué entendemos por justicia desde nuestra perspectiva zodiacal? Sin pretender agotar el tema, analicemos el prefijo «equi», que es propio de Libra: equilibrio, equidad, equidistante, equivalente, etc. Al ser el único signo que «conjuga» en plural – dice «nosotros somos» – deducimos que La Balanza nos propone buscar y tratar de mantener un equilibrio dinámico entre el Tú y el Yo. Hasta aquí el Yo ocupaba la totalidad del espacio – tiempo, y ahora el cosmos le propone ¡o impone! hacerle un lugar equivalente al Tú. Justicia sería entonces aprender a transitar por el angosto sendero del fiel de la Balanza, equidistante entre ambos platillos, entre ambas individualidades, entre los deseos y quereres personales. Que el peso en cada uno sea tal que la Balanza se mantenga en equilibrio. Es el camino del Tao, el justo sendero del medio . Dice Martin Buber: «Para el hombre el mundo tiene dos aspectos , en conformidad con su propia doble actitud ante él… Las palabras fundamentales del lenguaje no son vocablos aislados, sino pares de vocablos. Una de estas palabras primordiales es el par de vocablos Yo–Tú. Las palabras primordiales no significan cosas, sino que indican relaciones. Estas son pronunciadas desde el ser. Cuando se dice Tú, se dice al mismo tiempo Yo. Yo – Tú sólo puede ser pronunciada por el ser entero, establece el mundo de la relación. El Tú viene a mí a través de la gracia …la relación significa elegir y ser elegido; es un encuentro a la vez activo y pasivo. Me realizo al contacto del Tú; al volverme Yo, digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro…» En esta Fase Kirón nos señala la dificultad para pronunciar esta palabra primordial. Este profundo dolor hace que la Balanza oscile violentamente entre uno y otro extremo, haciendo que el individuo ceda por completo su propio espacio por intentar complacer al Tú, y que luego al reaccionar se catapulte en el espacio del otro, invadiéndolo en el mejor estilo ariano (su opuesto complementario). Esta planteada la gran batalla del ego, que sólo podrá ser trascendida al ser introyectada la energía de Libra.
Fase VIII: Escorpio, el Escorpión
Signo Fijo de Agua. Por ser el segundo signo triple, también presenta y plantea la integración de la triplicidad constitutiva del ser humano: materia, alma y espíritu. Cáncer y Escorpio son los únicos signos representados por invertebrados, animales mucho más primitivos que los vertebrados. Ambos son de agua, y al igual que nuestras emociones carecen del soporte interno representado por un endoesqueleto. La vida ha surgido del agua, y, al igual que nuestro planeta, estamos constituidos en un setenta por ciento de agua. Analogando, creemos que se nos señala al sensible mundo emocional como el área más importante a ser incorporada conscientemente. Cambiante, inescrutable, profundo e ingobernable, se resiste a ser asido por el intelecto. Mantiene, imperturbable, sus condiciones: adentrarse en él, a pesar de nuestros temores – o gracias a ellos– y aprender sus leyes: dolor y alegría son una unidad funcional. No podemos elegir. O sentimos o nos blindamos. El dolor escorpiano es tan agudo y temido como su aguijón, ya que puede matar lo que más ama, infligiéndose así la más dolorosa de las heridas. Que puede ser irreparable. El arduo trabajo de integrar al mundo «del otro» se traslada ahora al ámbito de las emociones. Sumergidos en sus pantanosas aguas, los individuos librarán la batalla final contra el ego, que aún se resiste a considerar como propio todo aquello que ha sido rechazado por el contexto social y familiar: la Sombra , lo negado, lo temido y aborrecido. Cuando se dispone a atravesar el Octavo Portal, su Maestro le dice a Hércules: «Ascendemos arrodillándonos, vencemos cediendo, ganamos renunciando» Estamos ahora ante el segundo signo kármico, señalando su enorme dificultad, y, al mismo tiempo, la perentoriedad de su incorporación consciente, para dejar de proyectar nuestra Sombra sobre el entorno. El Escorpión es sólo uno de sus animales emblemáticos, el otro es el águila. Comenzaremos por el primero. Es un artrópodo, pariente cercano de las arañas; de hábitos nocturnos, de día suele esconderse en pequeños agujeros. Antiguamente era tan temido como el león por su poderoso veneno que inocula con su aguijón. Vive como un solitario porque suele atacar incluso a sus congéneres . Las hembras practican el canibalismo con los machos, apenas han sido fecundadas. Los escorpiones paren a sus crías como diminutas réplicas , listas a defenderse y velar por su propia seguridad. Son buenos cazadores , atrapan a sus presas con sus pinzas y luego las trituran para absorber sus jugos. ¿Cómo hacer para apreciar estas características que nos muestran tan descarnadamente la constante lucha a muerte por la supervivencia? Arañas, escorpiones y serpientes (y también vampiros) – todos animales escorpianos– son temidos y por consiguiente aborrecidos y rechazados por el hombre. Es el síndrome de una gran ignorancia, produciendo como resultado la proyección de la sombra y una caza constante de brujas. Como es imposible amar lo que se desconoce, es aquí donde cada individualidad deberá buscar, hasta alcanzar, abrazar y amar su ponzoñosa Sombra. El Escorpión, aguarda, oculto, la mirada comprensiva del hombre. Le otorgará entonces el poder de mudar su piel (como todos los arácnidos y serpientes), deshaciéndose de «viejos y estrechos ropajes»; al ser portador de venenos le obsequiará la capacidad de reconocer la presencia de la muerte en su propio cuerpo , además de su incomparable fuerza que le permite soportar un simún asido de una roca. En el eje de la naturaleza , a Escorpio y Tauro le corresponden la funciones de muerte y vida respectivamente. Vayamos en busca del Aguila. Signo de extremos, Escorpio nos muestra dos planos que coexisten dentro nuestro: el canibalismo (pocas especies lo practican mejor que la humana) y el anhelo de las altas cumbres, de habitar las montañas, donde la tierra besa al cielo. Todas las aves descienden de los reptiles, convirtiendo de algún modo sus escamas en plumas. Estos animales han trascendido la maldición bíblica sobre la serpiente: «Te arrastrarás sobre tu vientre», elevándose hacia el cielo, abandonando el plano terrestre en busca de un horizonte sin fin. El águila es considerada la soberana de las alturas, y su fiera estampa ocupa un lugar muy destacado en la heráldica de todas las culturas y épocas, como símbolo de poder. Este animal, representativo del tercer signo de la cruz fija, es otro de los Cuatro Vigías del cielo, citados en la Biblia. Su pico curvo es punzante como el aguijón del escorpión, constituyendo una formidable arma para la cacería. También está dotada de poderosas garras que le permiten sujetar con firmeza a su presa . Volvamos a observar al León, el Segundo Vigía, también dotado de filosas garras, pero… retráctiles. El rey de la selva puede esconderlas en sedosas almohadillas, convirtiéndose en un animal juguetón y mimoso, pero ¡atención! podemos confundirnos y creer que estamos ante «un lindo gatito». En cambio, el águila no puede esconderlas: su poder es inocultable. Resulta cautivante verlas planear en círculo, con sus alas extendidas (alcanza hasta 2.50 m de envergadura), escudriñando con su aguda vista (alcanzan a ver hasta una distancia de 5 km ) en busca de alimento, y súbitamente plegar sus alas y abatirse sin vacilar sobre la presa elegida. Es un ave monógama: la unión conyugal sólo la rompe la muerte de una de ellas. Suelen posarse, inmóvil y majestuosamente, en la rama más alta del mayor árbol, vigilando desde allí celosamente su nido. El águila puede resultar inalcanzable ya que no desciende. Para introyectar su poder nos obliga a ascender hasta las altas cumbres, donde se encuentra su morada, convirtiéndose en un símbolo de elevación. Cuando la añoranza de nuestro origen se convierte en dolorosa, entonces alzamos nuestra mirada y comenzamos a recorrer «el camino difícil». El águila, soberana de las alturas, arrostra tormentas y vientos huracanados, de cara a la Naturaleza salvaje, por el poder que la Madre Natura le ha otorgado y que ella conquista y encarna día tras día, hasta su muerte. En esta fase es imposible mencionar una sola herida, ya que debemos contemplarlas desde el ángulo del Escorpión y también del Aguila. Con respecto al primero, la conocida fábula del escorpión y la rana ilustra a la perfección la calidad de la herida en este nivel: la inevitabilidad de causar daño a otros, aún a los seres queridos, y por ende a sí mismos. La autodestrucción y el autoboicot. La herida del Aguila suele expresarse en el aislamiento, que conduce hacia una soledad punzante, y en una exigencia desmedida sobre la pareja (¡sos el único/a en mi vida!). Ambos, Escorpión y Aguila sufren la crueldad, propia y ajena, y suelen estar extraordinariamente ocupados en ocultar aguijones (veneno) y garras, sobretodo ante sí mismos.
Fase IX: Sagitario, el Centauro
Signo Mudable de Fuego. Con este signo comenzamos a cerrar el círculo: es la última presentación del fuego, ahora en su sutilizada expresión de universalidad. Conforma el eje del conocimiento junto con Géminis, correspondiéndole la síntesis en este viaje sin fin. Nos encontramos con un notable Arquero, ya que se trata de un ser mítico: el Centauro, mitad hombre y mitad caballo. ¿Qué intenta enseñarnos esta extraña y extra–ordinaria criatura? La estrecha relación que tiene Sagitario con Kirón, el Rey de los Centauros y su regente esotérico, nos permite hacer en este signo la misma subdivisión de planos que presentamos en nuestra introducción al arquetipo kironiano, y su consiguiente reunión. Para ilustrar mejor nuestra exposición, dividiremos en 3 veces 3 al 9, número de este signo, utilizando 3 triángulos que ubicaremos en verticalidad, ya que en este Portal la conciencia adquiere la posibilidad de la misma, como resultado de una jerarquización de planos que obedece a leyes universales.
El ser humano está ocupando ahora su justo sitio, enlazando, como puente viviente, al plano espiritual con el animal. Ya no hay disociación porque la lucha ha concluido en la Fase anterior, Escorpio, produciéndose la integración jerarquizada y consciente de la triplicidad constitutiva del hombre. Este dispone ahora de la potencia del mundo animal – el Caballo – que ha dejado de responder al mundo primario del instinto y la lucha por la supervivencia, para escuchar dócilmente la voz guía del ser humano. Si bien ha sido domesticado, conserva la fuerza, destreza y espíritu brioso que lo caracterizan. El hombre, por su parte, le ofrece sus cuidados poniendo a su disposición todos los elementos que ha desarrollado con su inteligencia. Pero, al igual que un avezado jinete, en los momentos de mayor incertidumbre o peligro, suelta las riendas del pensar, permitiendo al caballo – instinto que elija el mejor camino y el mejor modo de recorrerlo. No está de más señalar que el caballo es una analogía de nuestro cuerpo físico, dotado de todos los aspectos antiguos y sabios del reino animal que estamos analizando. Instinto e inteligencia , entonces, funcionan en perfecta armonía, porque están ambos subordinados al Plano superior, el mundo de las Inteligencias Creadoras o Plano espiritual. La fase del Centauro implica, como producto del conocimiento, precisamente, una subordinación voluntaria a las grandes leyes universales. Citaremos sólo una de ellas, el Principio de Correspondencia:
«Así como es arriba es abajo»– El Kybalion. Los dioses con cabezas de animales. Es el hombre el que debe integrarlos en su conciencia, gracias a su inteligencia. El círculo se está cerrando.
El siguiente aforismo de Lao Tsé resulta una magnífica síntesis: «El Hombre superior es señor del hombre inferior, el hombre inferior es instrumento del hombre superior. Veneración al Señor, amor al instrumento. Tal el orden del mundo.»
La cualidad de dúctil versatilidad de los signos mudables, permite que circule ahora fluidamente el natural ímpetu del Fuego, sin atascarse en ninguno de los tres niveles, y apreciándolos por igual. En esta fase solemos vivir el desacople de esta unidad operativa, fijándose la conciencia en alguno de los tres niveles mencionados. Así nos encontraremos con epicúreos, que sufren de una exaltación del plano físico instintivo, corriendo en pos del placer en todas sus gamas. Podemos observar también a personas con mega intelectos, pero absurdamente dogmáticos. Y, por último, al grupo de negadores, sobretodo de lo corporal – instintivo, que se «ponen en manos de Dios» y se entregan «confiadamente» al poder de la oración, de la meditación, de los ángeles, de…
Fase X: Capricornio, la Cabra
Signo Cardinal de Tierra. La imagen de la montaña – tierra capricorniana – surge nuevamente ante nosotros, pero esta vez es la cabra quien la habita. Lo que en Escorpio era un desafío ahora es una realización, un logro. En Capricornio culmina el zodíaco, se ha alcanzado la máxima altura. Al no quedar nada por conquistar en el plano terrestre, se lo considera el último signo humano. Dijo Jesucristo: «He venido a separar las cabras de las ovejas». Estudiaremos a la cabra montés, que representa a la perfección a este signo. Nos encontramos nuevamente con un herbívoro pero acostumbrado a un magro sustento, a fríos inclementes, a riscos y precipicios. En invierno se alimenta de los pastos duros de las montañas, a las que no abandona ni cuando están cubiertas de nieve. Es una hábil escaladora , destreza que enseña a sus crías apenas nacen. Es gregaria, igual que su par polar, Cáncer, pero ahora la vulnerable blandura se ha convertido en una criatura ríspida, áspera y montaraz. Ella cohabita, pero sólo con sus pares, con aquellos que son capaces de sostenerse en equilibrio sobre cornisas y rocas . Podemos apreciar que el equilibrio alcanzado en Libra, el anterior signo Cardinal, se ha convertido en un dispositor interno, que le permite al individuo regular su movimiento sobre el entorno de manera impecable. Como su refugio está en lugares inaccesibles , suele estar a salvo de la mayoría de los depredadores. Ha elegido inhóspitos páramos para habitar, lo que exige de este animal el desarrollo de destrezas extremas .Aquellos que no lo logran, simplemente caen desde las alturas, ante la mirada impertérrita de sus congéneres. Sí. Capricornio es taciturno, áspero, exigente, inmune a las debilidades (propias o ajenas), austero hasta la severidad, capaz de mantener cotidianamente, como si nada, lo que para otros significan penosas hazañas. En la Fase del Toro, este herbívoro de Tierra al alimentarse disfruta con simpleza de la prodigalidad del planeta. En cambio la Cabra ha elegido el camino difícil , el más empinado, donde nada está asegurado, donde todo depende el propio esfuerzo. Pero a cambio, le pertenecen no sólo la tierra sino también el cielo. Sus cuernos señalan hacia arriba, el plano del espíritu, y tienen forma de hoz. ¡Saturno, el Portador de la hoz, es su regente! La díada o par ha alcanzado el final del sendero. Tratándose de un signo femenino y, por lo tanto, estrechamente ligado a la Madre Tierra, creo oportuno mencionar a la cabra amaltea, cuya leche alimentó a Zeus recién nacido, cuando Rhea, su madre, lo alejó del Olimpo para proteger su vida. Al terminar la gran batalla de los cielos, como agradecimiento este dios creó con uno de sus cuernos la constelación de la Cornucopia, o cuerno de la abundancia. Completaremos esta Fase considerando al Unicornio, al que Alice Bayley asocia con este signo. Ella se refiere al único cuerno de esta mágica criatura como el símbolo de la unión de los opuestos, la definitiva trascendencia de la dualidad. En textos sobre Alquimia aparece embistiendo y clavando su cuerno en el corazón del León: la unicidad asesta el golpe mortal al ego. Respecto a la herida, nuevamente en este signo de Tierra, la materia y el consiguiente materialismo se alzan como sus principales heridores. A falta de metas espirituales (falta de cielo) estos trepadores sólo van en procura de logros concretos. Les resulta muy difícil sentirse satisfechos por lo alcanzado, llegando a convertirse en «adictos a la perfección». Aunque también podemos encontrarnos con aquellos que, ante la primera caída, han dado por terminado el esfuerzo; y por allí deambulan buscando alguien que los cargue, como una pesada mochila, sobre sus espaldas.
A continuación algunos párrafos del cuento de Herman Hesse, «El camino difícil»: «El sol brillaba sobre ese grato mundo verde y en los prados relucían tremolantes las pardas flores de la hierba. Allí se estaba bien, había calidez y placer.,. Y quizás yo estaba loco por querer abandonarlo todo y disponerme a subir a la montaña. El guía me tocó suavemente el brazo. ¡Qué desagradable parecía iniciar ese camino! Desagradable resultaba atormentarse a través de ese lúgubre paso de piedra, cruzar ese arroyo frío, trepar en tinieblas por el desfiladero estrecho y escarpado. No, yo quería quedarme. No tenía ganas de hacerme el héroe o el mártir. Pasaría toda mi vida satisfecho si pudiera quedarme en el valle bajo el sol. Las piedras del arroyo eran desagradablemente resbaladizas; era agotador, daba vértigo andar así, paso a paso, sobre una piedra estrecha y mojada que se achicaba y cedía bajo las suelas. Cerca de allí el sendero del arroyo empezaba a elevarse rápidamente, y las sombrías paredes del desfiladero convergían más, se extendían hoscas, y cada una de sus aristas mostraba la intención maligna de querer apretarnos con sus pinzas y cortarnos para siempre el camino de regreso. ¡Oh, si hubiese podido regresar!. Pero, con la ayuda asombrosa del guía hacía tiempo que trepaba por los paredones y sobre los precipicios, para los que no existía ningún camino de vuelta. Probé a querer con mayor fuerza y concentración, y el lago celestial siguió creciendo y el sendero se hizo más transitable. Y hasta podía correr un largo trecho ligero y grácil junto al guía. E inesperadamente vi la cercana cumbre sobre nosotros, empinada y resplandeciente entre el ardiente aire del sol»
Fase XI: Acuario, El Aguador
Signo Fijo de Aire. Los dos últimos signos, Acuario y Piscis, son llamados supra humanos porque, de acuerdo a la astrología esotérica, la tarea específicamente humana, relacionada con las leyes kármicas, ha concluido en Capricornio. Las fases zodiacales XI y XII están relacionadas con el servicio que sólo pueden llevar a cabo los seres que, al haber trascendido el libre albedrío, sólo accionan en concordancia con las Leyes universales. Estamos ahora ante el Cuarto Vigía del cielo, el Angel. Así está considerado Acuario en los textos sagrados, señalando una vez más que el plano humano ha sido aprehendido en su totalidad y, por ende, trascendido. El icono del Aguador representa a una individualidad consciente de sí y en pleno contacto con la Fuente de Vida, que utiliza sus cuerpos (el cántaro) para verter energía sobre la humanidad doliente. Ya no está solo. Al elevarse por sobre la materia establece contacto con el entramado energético que circula a lo largo y ancho del universo: la Red. Vuelve así a la materia pero, al ser consciente de su caducidad por estar sometida a las leyes del espacio – tiempo, lo hace con total desapego. De este modo es impecable en su obrar. El Aguador transita con absoluta imparcialidad, lo que desde la óptica humana es interpretado como frialdad y desinterés. Con su corazón abierto de par en par capta las señales inaudibles del Cosmos y se entrega confiadamente al eterno devenir. Júpiter, el arquetipo de la confianza, es su regente esotérico. Acuario completa el eje del proceso de individuación, dándole un giro de universalidad a la poderosa individualidad nacida en Leo. Representa el pasaje de la conciencia de «estrella» a la de «constelación», de la función unipersonal y centralizadora a la de las energías intercomunicadas entrecruzándose en el cosmos. Urano, el loco, es su regente, impulsando al ser humano hacia la incertidumbre (9) liberadora de estructuras rígidas y obsoletas. El diamante en bruto que comenzó a girar en la Rueda , está ahora tallado en múltiples facetas: se ha convertido en un brillante que refleja la luz del universo hasta el último de sus rincones. Cuando no se puede encarnar esta compleja Fase, la herida se hace presente a través del síndrome del «hombre o mujer de hielo», aplicable a las personas que guardan celosamente sus sentimientos en un freezer. Necesitan mantenerse apartados del cambiante mundo de las emociones, porque la inestabilidad que le es propia es vivida por ellos como caos. Disponiendo de un poderoso plano mental, utilizan su inteligencia como un bisturí de hielo, extirpando como expertos criocirujanos cualquier signo de lo que ellos interpretan como debilidad emocional. Como también suelen sentirse diferentes a su entorno, la soledad es su constante compañera. Añadimos que sobretodo en esta fase resulta imprescindible la práctica asidua de alguna técnica o disciplina que facilite el abordaje corporal del que también suelen estar desconectados.
Fase XII: Piscis, Los Peces
Signo Mudable de Agua. Inmediatamente atrae nuestra atención el plural: son dos Peces . El otro signo que utiliza el artículo plural «los» es el tercero, Los Gemelos, también de la cruz mudable, pero de aire. Si en la fase III se produjo la separación de la unidad en sus dos aspectos primordiales, Yin y Yang, podemos deducir que en la duodécima, que señala la finalización del ciclo, debe producirse la reunión de los mismos.
También resulta evidente que el último signo de agua, elemento ligado a la emocionalidad y a la subjetividad, expresará estas características de un modo cualitativamente diferente, ya que resume ¡y rezuma! las vivencias de las once Fases anteriores. Es el tercer signo kármico, y en esta última Fase nos relacionaremos con las aguas que cubren, en su casi totalidad al planeta, y que, en sus vastedades oceánicas, son analogadas con la psiquis colectiva. La individual equivaldría a una gota en el océano, sometida a sus vaivenes, donde la propia voluntad tiene muy pocas (o ninguna) chance de manifestarse. Piscis está en alguna área de nuestra carta natal, y desde allí puede impregnar e inundar a todo el mandala, salvo que podamos incorporar las cualidades de los Peces. Uno nada hacia arriba y el otro hacia abajo, unidos por un cordón de plata. Arriba es el indicador del plano espiritual, abajo del material. Y están unidos para siempre. Como no es fácil encarnar un signo tan complejo, sucede que este movimiento simultáneo hacia dos direcciones diferentes es vivido como tensión, con la consiguiente angustia que puede tratar de paliarse con diferentes mecanismos de escape o de control. Los Peces son los primeros y más antiguos animales vertebrados. Por su alta adaptabilidad habitan en todas las regiones del globo, tanto en aguas saladas como dulces, frías o cálidas. Hay una innumerable variedad de formas, tamaños y colores. Hay peces que se disfrazan, peces que se camuflan o mimetizan, pero todos, sin excepción, tienen una forma aerodinámica que les permite deslizarse ágilmente por el agua con la menor resistencia. Estas características son asombrosamente similares a Géminis, aunque el medio de los Gemelos sea el aire, mostrando a ambos como los signos más inasibles del zodíaco.
Al observar el movimiento de los Peces notaremos que es sinuoso como el de las serpientes, escorpianas ellas. Unas sobre la tierra y los otros en el mar están diseñados para deslizarse con total facilidad porque no ofrecen ni padecen de la resistencia del medio. Además, al igual que ellas, carecen de párpados, lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué es el dormir en este extraño mundo? Para los humanos el cerrar los párpados significa apartarnos voluntariamente del mundo y sus estímulos visuales, y así entrar en un estado de calma que precede a la meditación o al sueño. Los Peces permanecen toda su vida con los ojos muy abiertos, «inmersos» en el suceder, yendo y viniendo movidos por el eterno devenir. Este estado es análogo a la mediumnidad, cualidad pisciana por excelencia, y a ese estado particular de duermevela o sonambúlico tan característico de estas personas. Regido por el transpersonal Neptuno y tal como corresponde a un signo suprahumano y tan exquisitamente complejo como Piscis, el cosmos les ha concedido a estas criaturas cualidades distintivas. Analicemos entonces las partes constitutivas que son comunes a la mayoría de los peces, y que los definen como tales:
branquias, líneas laterales, piel escamosa, un tercer ojo, vejiga natatoria
Branquias: son los únicos vertebrados que carecen de pulmones, obteniendo el indispensable oxígeno directamente del agua. «Respirar agua» se analoga con la naturaleza osmótica de los piscianos que viven impregnados por la emocionalidad del entorno, que para ellos se extiende oceánicamente. No existen barreras ni medios de contención que puedan evitarlo. El agua entra y sale sin solución de continuidad a lo largo de todas sus vidas. Los peces exudan permanentemente lágrimas. La herida es colectiva y universal, y también la capacidad de redimirla. Pero no nos engañemos, no son seres frágiles (aunque sí extraordinariamente sensibles) ya que están dotados de un singularísimo sentido que ninguna otra especie posee: las líneas laterales. Están dispuestas longitudinalmente a los costados del cuerpo, y son dos tubos con poros que se abren al exterior, registrando las vibraciones del agua y los cambios repentinos de presión. Como el registro de las variaciones del entorno interpenetra sus cuerpos produciendo una especie de «eco» interno, esto les permite reaccionar instantáneamente a cualquier estímulo externo, cambiando de rumbo ante un obstáculo. No existe en la naturaleza un mecanismo instintivo más perfecto de respuesta al medio que el de los peces. Pero que en el ser humano está prácticamente inutilizado ¡una vez más! por su intelecto sobredimensionado. Así es que en esta fase caemos en toda suerte de resortes externos (ampliamente citados en la bibliografía astrológica) para defendernos de la interpenetración, cuando en el conocimiento e integración de todas nuestras partes está la sanación.
«Conócete a ti mismo». El hombre, para acceder y sobrevivir en las profundidades, ha creado al submarino y lo ha dotado de compartimientos estancos, que permiten aislar a las partes inundadas, y de sonar, aparato que funciona en forma similar a las líneas laterales. Una maravilla tecnológica pero absolutamente innecesaria para los piscianos, ya que al compartimentarse se destruyen. Observemos ahora su piel, cubierta por escamas en la mayoría de los especímenes . Su epidermis no los aísla del agua como ocurre con los animales terrestres, en los que su «envoltura» no sólo los protege sino que también los aísla. Tienen células que producen constantemente una mucosidad que los vuelve viscosos al tacto, pero que también les facilita más aún deslizarse en el líquido. Resultan casi inasibles, pero si se logra tocarlos se desprenden trozos de su piel y la huella de los dedos permanece durante meses. Esta característica también es vivida con tanto temor por la razón, que en lugar de renovar constantemente sus escamas tiende a armar corazas óseas como las del tiburón. Este escualo también pertenece a la gran familia de los Peces, pero suele ser un solitario depredador «armado hasta los dientes», cuya áspera piel, provista de escamas dentadas, se usaba antiguamente como lija. Muy curiosa es la presencia de un tercer ojo , que descubre su existencia por una pequeña mancha transparente en el techo del cráneo, bajo la cual se halla la epífisis o glándula pineal. Como en los humanos, es extraordinariamente sensible a la luz y les brinda su exacta posición bajo el agua. Como las analogías resultan muy claras, sólo agregaremos con respecto a la apertura del tercer ojo o chakra frontal, que es indispensable la constante práctica de la meditación. La vejiga natatoria es un órgano que les permite flotar en un nivel determinado, llenándola o vaciándola de gases, de los cuales el mayor porcentaje le corresponde al oxígeno. Así como estos animales pueden elegir el nivel que se desplazan, así también los peces del zodíaco pueden moverse a las más grandes profundidades, hasta alcanzar las fosas abisales homologadas al inconsciente profundo, no sólo personal sino también ¡y sobretodo! colectivo, y luego, llenarse de Aire para ascender hacia la luz del Sol, conciencia diurna o consciente. No están «condenados» ni a vagar entre las sombras, ni a padecer la constante presencia de la luz. Pueden transitar todos los niveles de la realidad y todos los estados de conciencia porque son el resumen de la totalidad. Para alcanzar esta etapa de disolución, donde la gota reconoce que pertenece al Océano, y que, en realidad, nunca lo ha abandonado, ha sido necesario constituir un centro autónomo y autoconsciente (el Sí Mismo junguiano), de lo contrario, el movimiento en estas vastedades oceánicas será el de la indiferenciación del cardumen. Los cardúmenes se mueven como una masa, que reacciona a los estímulos externo como si poseyeran un solo cuerpo y un solo cerebro. Los Peces son sólo dos y no una multitud ciega e indiferenciada. En Virgo, su par polar, la conciencia, parte es funcional y operativa en un sistema cerrado; en esta última fase dicha conciencia se ha abierto en todas las direcciones y sentidos, alcanzando la amplitud oceánica. Ya no hay líneas demarcatorias ni fronteras de ningún tipo. Los peces no tienen una piel que los defienda ni un borde que los contenga. El alma se ha disuelto en la Matriz pero conservando su conciencia de gota. Si la individualidad no ha completado la fase IX , el Centauro, la sensación de pánico por ahogamiento puede aniquilarla, ya que sólo es posible aceptar la disolución habiendo integrado previamente todos los planos. el agua surgió la vida y a ella retorna ahora. Luego de experimentar innumerables veces el ascenso y la caída, la gota contiene la experiencia de ser nube y granizo, y ahora se la entrega al mar. La experiencia, siendo suya, no le pertenece, porque al completarla, la trasciende. El círculo se ha cerrado, reabsorbiéndose, para volver a empezar.
Leonor Nietzschmann
Directora de Escuela de Astrologa Zona Norte
(1) Constelación: dibujo con estrellas
(2) Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno.
(3) El mito relata que Kirón fue herido en un anca trasera con una flecha envenenada que le disparó Hércules. En Astrología esotérica este héroe encarna al alma consciente que está recorriendo la V´a alquímica del Zodíaco, y también al intelecto dañando gravemente al mundo corporo – instintivo.
(4) Primario, del latín primarius: primero, principal. Primitivo, del latín primitivus: lo que nace primero.
(5) Antes de comenzar los doce trabajos, Hermes le obsequia a Hércules una daga, y atándosela en su muslo le indica que debe usarla con suma atención.
(6) Yo observador: nombre que daba Gurdjieff a un aspecto de la individualidad que, perteneciendo al individuo, está simultáneamente fuera de él, observando, imperturbable lo que está aconteciendo.
(7) Se llaman mandalas en reposo a las Cartas con Ascendente en Aries.
(8) «El camino difícil» es un cuento breve de Hermann Hesse, que ilustra a la perfección las dificultades que aguardan al alma.
(9) El principio de incertidumbre – asociado a la teoría del caos – pertenece a la Física cuántica; consideramos que es altamente uraniano.
Bibliografía:
«Así habló Zaratustra», Friedrich Nietzsche
«Significado y simbolismo de Quirón», Melanie Reinhart
«Símbolos de redención en los cuentos de hadas»y «Alquimia», Marie Louise Von Franz
«El lenguaje de los dioses», A.M.Llamazares y Carlos Martínez Sarasola
«La serpiente cósmica, el ADN y los orígenes del saber», Jeremy Narby
«Ciencia y espiritualidad», Mathew Fox y Rupert Sheldrake
«Astología esotérica» y «Los doce trabajos de Hércules», Alice Bayley
Teóricos de Eugenio Carutti
«Astrología esotérica», Oskar Adler
«El mago de Terramar», Ursula Le Guin
Textos y conferencias de Rudolf Steiner
«En busca de lo absoluto», Arthur Koestler
«Yo y tú», Martin Buber
Enciclopedia «El mundo de la naturaleza» de Ed. Seix Barral.
«Cuentos breves», Hermann Hesse
«Astrología y destino», Liz Greene