Este trabajo fue realizado y presentado por los alumnos del módulo IV que cursan los miércoles por la tarde (Julio 2007)
Antoine de Saint – Exùpery tiene Sol en Cáncer, Luna en Leo y Ascendente en Virgo.
Por el conteo de cruces y elementos da un Mudable de Fuego, correspondiente a la modalidad energética sagitariana.
No incluimos su Carta natal ya que vamos a centrar nuestro análisis en una configuraci6oacute;n tensa llamada YOD o Dedo de Dios. Esta configuración consta de dos planetas en sextil (60°) y a su vez, cada uno de ellos formando quincuncios (150°) con un tercer planeta ubicado en el punto medio más alejado del sextil. Estos dos quincuncios son análogos a las Fases VI y VIII, tomando como 0° al Ascendente y a éste formando ángulos de 150° con las cúspides de las Casas VI y VIII.
El planeta que recibe ambos quincuncios se denomina APEX.
Esta configuración exige un cambio significativo de conciencia que se traduzca a nivel emocional y mental. El arquetipo energético que ocupa el lugar del APEX será el que deba alquimizarse, logrando así el nivel más elevado de dicho arquetipo, o al menos aquel nivel al que el individuo esté preparado para alcanzar.
Cuando el Ser está preparado para alquimizar o esencializar un nuevo nivel de conciencia, convoca una situación de destino que hace que su vida tome una nueva dirección. Esta situación será necesariamente dolorosa para que todas las viejas estructuras de la personalidad puedan abrirse y abandonarse, a fin de crear espacio para nuevas dimensiones de conciencia. Las crisis que provoquen este giro serán análogas a las Casas (Fases) VI y VIII: enfermedades, pérdida del trabajo, problemas financieros, pérdida de un ser querido, etc., y así el individuo puede quedar parado en el punto de partida de este nuevo camino señalado por el DEDO DE DIOS, también llamado Misión de vida o Destino celestial.
A continuación analizaremos cada planeta que forma esta configuración en su Signo y Casa, y luego pasaremos al YOD propiamente dicho.
SATURNO en CAPRICORNIO EN CASA IV.
Nos encontramos con un Saturno muy fuerte por estar en regencia, en una Casa angular y por ser el único planeta en Tierra en la Carta. La Casa IV es el área del hogar, del origen, la familia y las raíces; es la base de la carta y representa la base del individuo, tanto literalmente (el hogar de donde procede) como simbólicamente en lo que se refiere a su sensación de seguridad y protección.
Cualquier planeta que aquí se encuentre es muy significativo porque actúa desde el plano inconsciente personal. Hay que sumergirse en este río subterráneo de la psique para poder decodificar la información que allí se encuentra, y así poder utilizarla constructivamente.
Saturno en Casa IV nos habla de un hogar frío, austero, estructurado, con impedimentos, a veces sin confort material y/o emocional. Cualquiera sea el progenitor representado por Saturno en esta Casa dirigirá el hogar con «mano de hierro», aunque invisible, ya que bastará una mirada para congelarlo todo. Un padre – o madre – rígido, firme, severo, serio, crítico y autoritario. Un niño disciplinado a costa del temor a no poder cumplir con las expectativas, expuesto a altos niveles de exigencia y perfección que sólo generan frustración y culpa… y más, trabajo y esfuerzo. Muchas veces esta posición da un niño aislado, melancólico y poco espontáneo. De adulto esto podría traducirse en una gran inestabilidad emocional y en una polaridad muy difícil de resolver: por un lado, recelo hacia cualquier intimidad emocional, sobre todo en el ámbito doméstico, y por otro lado, anhelo por algo seguro, permanente y tangible en la vida emotiva. También podría sugerir resentimiento hacia los hombres en general, por ser el padre la primera figura de masculinidad para un niño. Posiblemente haya un juego ambiguo entre el rechazo y el sometimiento a figuras de autoridad.
MARTE EN GEMINIS EN CASA X
Aquí nos encontramos también con un planeta fuerte por estar en una Casa angular, el Medio Cielo. La Casa X es el área del status social, la profesión, los frutos y de como queremos que los demás nos vean. Para afirmar su identidad individual esta persona necesita expresar sus ideas. Lo hace utilizando la palabra, la versatilidad y la inteligencia, desarrollando y desplegando un abanico de diferentes posibilidades que la duda e inquietud geminianas le permiten jugar.
Combate, conquista y defiende con sus ideas. La palabra es su espada/falo. Cuando seduce a sus múltiples conquistas lo hace a través de la palabra, que utiliza inteligentemente como una forma de persuasión. Hay una mente altamente irónica y una inteligencia penetrante y asertiva.
Esta posición puede dar un comunicador valiente, aguerrido, un corresponsal de guerra…un escritor que estaría dispuesto a escribir con sangre si se le acabara la tinta. Como periodista podría ser inquisitivamente cruel y poco diplomático pero honesto, abierto, no se guardaría nada e iría de frente.
MERCURIO EN LEO EN CASA XI
La casa XI es el ámbito de las redes (hermanos de camino, amigos), los anhelos del alma y los proyectos. Mercurio en Leo –signo donde está en caída– podría dar un individuo demasiado concentrado en hablar sobre sí mismo o sobre su verdad, sin importarle siquiera considerar las opiniones de los demás, interrumpiendo así la necesidad de comunicación e intercambio de este arquetipo; más aún estando en Casa XI donde se espera que todo el conocimiento sea volcado a la gran red y así retroalimentarse. También le ha posibilitado ser un orador muy carismático y un mensajero apasionado y soberbio que no registra su necesidad de reconocimiento. Tendencia a «adornar» las historias para que resulten más atractivas
YOD
El YOD en este caso está formado por Marte en Géminis en Casa X, en sextil con Mercurio en Casa XI, y ambos formando quincuncios con Saturno en Capricornio en Casa IV (Apex)
Vamos a analizar primero los aspectos por separado:
Marte en Géminis en Casa X sextil creciente con Mercurio en Leo en Casa XI.
Marte en Géminis en Casa X sextil creciente con Mercurio en Leo en Casa XI. Este es un aspecto fluido que va a favorecer el diálogo entre estos dos arquetipos. Marte activa la mente, le da intensidad y dirección a los pensamientos, inyecta energía y convicción en el intercambio de opiniones. Los desafíos intelectuales son aceptados con valentía y excitación. Auto confianza en lo que se piensa y valentía para poderlo defender y comunicar. El quincuncio (150°) es un aspecto tenso que se produce a mitad de camino entre un trígono (120°) y una oposición (180°). Funciona como un vaivén (observar la forma de «sube y baja» de su símbolo); a veces hace que los planetas que intervienen se relacionen armoniosamente y otras ocasiona fricción y dificultad. Esto sucede sin que haya ninguna razón aparente porque la que toma el mando es la psique que actúa subjetivamente sólo una parte de la situación real. El quincuncio hace que el individuo, mediante una situación destinal, tenga que resolver lo que siempre lo está molestando (la piedra en el zapato). Es una excelente oportunidad para transformar, mediante su esfuerzo, facetas negativas en fuerzas regeneradoras. En el caso del YOD, son mucho más que una molesta piedra en el zapato ya que son dos los quincuncios que actúan sobre un mismo planeta, y además se generan a partir de otros dos planetas que están de «acuerdo»
Marte en Géminis en Casa X quincuncio con Saturno en Capricornio en Casa IV.
Saturno es el freno y Marte el acelerador, funcionando ambos como una polaridad (antagonismo) muy marcada. Saturno en Capricornio en Casa IV está hiper reforzado por estar en regencia, en una Casa angular y por ser la única Tierra de la carta, como ya dijimos. Nos habla de la influencia restrictiva, censuradora, dominante y controladora que recibió en el hogar y que podrían haberlo convertido en un adulto temeroso, inseguro, débil e inepto (ver más detalles en el desarrollo de Saturno en Casa IV), frenando el impulso de conseguir lo que desea un Marte en Géminis en Casa X, que es la libre y espontánea expresión de sus ideas o la defensa de sus ideales a través de la comunicación, para así autoafirmarse. Si la conciencia logra resolver este conflicto, este sólido Saturno podría ayudar a Marte a dosificar y no malgastar la energía o esfuerzo para lograr sus metas, dándole también, paciencia y resistencia. Marte desea y Saturno concreta. Marte le aporta a Saturno valentía para jugarse por sus ideales, lo ayuda a cortar lazos familiares y a desentenderse de los mandatos; sacude sus estructuras ampliando sus límites. El accionar enérgico de Marte en Géminis, alternando entre dualidades, va a animar a Saturno a desestructurarse y desacartonarse. Por el contrario, en este juego de vaivenes del que hablamos, el accionar arriesgado, impulsivo, versátil, inconstante y multidireccional de Marte hará sufrir al estructurado y terrenal Saturno. Estos son los dones que este aspecto proporciona una vez que se ha resuelto el conflicto que los dos planetas plantean en este encuentro tenso.
Mercurio en Leo en Casa XI quincuncio con Saturno en Capricornio en Casa IV.
Saturno va a inhibir o limitar la auto expresión de Mercurio en Leo, descalificándolo y enjuiciándolo, provocando su autocrítica y autocensura. Le dificulta la expresión oral por no encontrar la palabra justa. Le hace temer al papelón y al ridículo. Cuando estos dos arquetipos puedan dialogar armoniosamente, Saturno le aportará humildad a la soberbia de este Mercurio en Leo, que tiende a creer que su verdad es la única posible, brindándole mesura, tiempo y paciencia para escuchar a los demás. De esta forma, Saturno ayuda a salir a Mercurio de esta posición tan incómoda como es estar en caída en Leo y le da las herramientas necesarias para volcar y compartir con la Gran Red su verdad. Mercurio en Leo le dará a Saturno auto confianza; su velocidad, inquietud, y capacidad de saltar de un tema al otro aportarán a Saturno flexibilidad y apertura de los límites.También ayudará a enlazar la mente y el corazón para poder ser más seguro, espontáneo y juguetón y no tan serio y aburrido. En esta relación tensa, estas mismas características mercuriales podrían provocar la intolerancia y puesta de límites saturninas.
En esta configuración, el planeta señalado simbólicamente por el Dedo de Dios, marcando un destino final, es Saturno. Es el Apex el que sufre las consecuencias del «dos contra uno»: Saturno deberá alquimizarse y esencializarse, y tendrá que hacerlo en el ámbito de la Casa IV que es donde se encuentra. Para ello deberá liberarse de sus manifestaciones negativas, activando su expresión más elevada, utilizando la energía dinámica que le ofrece el sextil Marte – Mercurio. Probablemente Saint–Exùpery tuvo que esforzarse para trascender la sensación de inseguridad y desamor vividas en su infancia, desbloqueando su inconsciente personal en busca de la emotividad mutilada por las altas expectativas depositadas sobre él. Al estar en regencia Saturno en Capricornio nos habla de la expresión más pura de este arquetipo. El gran trabajo que se le pide es poder construir un endoesqueleto o estructura interior (rige al esqueleto), representado por la solitaria y dolorosa subida a la montaña.
Capricornio y Saturno nos vinculan con la ambición en todo su significado; esta ambición deberá pasar del plano netamente materialista (el típico trepador capricorniano) a las altas cumbres de la espiritualidad para encontrar su esencia. La tarea inicial es emprender el camino difícil (*) hacia su interior, venciendo el miedo al fallo y a la frustración. De esta forma Saturno en Capricornio en Casa IV da la posibilidad y las herramientas para construir desde adentro un sentimiento de seguridad y auto aceptación, basado en la comprensión del origen real de su vulnerabilidad emocional y el reconocimiento de la extrema necesidad de amor que se esconde detrás de su aparente frialdad hacia la familia y demás temas del hogar. Requerirá confianza en la sabiduría del Yo, ayudado por Mercurio en Leo. Si aprovecha la oportunidad que le brindan la valentía, el coraje y la voluntad de Marte, en complicidad con la capacidad de conectar de Mercurio, tendrá la posibilidad de descender a sus propias profundidades emocionales para alcanzar la integración que solicita esta configuración. Así dejará gradualmente de identificarse con el mundo externo y encontrará una fuerza interior que se convertirá en una posesión inviolable del alma.
COMENTARIOS FINALES
Puestos a comprender el significado de esta figura (Yod o dedo de Dios) en esta carta se nos plantea un interrogante: ¿cual habrá sido el salto cuántico de conciencia por el cual el arquetipo energético saturnino mostró sus mejores cualidades y dejó de entorpecer el accionar marciano y mercurial? A esta altura del trabajo podemos decir que fue un escritor en cuyas páginas se evocan – de manera sencilla y clara – los valores más arraigados y esenciales del humanismo, donde quedan de manifiesto la solidaridad, bondad, entereza, tenacidad, compañerismo y entusiasmo por el conocimiento. Todos sus libros son un símbolo de la búsqueda permanente del hombre, de aquellos principios que enriquecen al espíritu y que traen paz infinita al alma. Pero este hombre no era sólo un escritor. Al igual que André Malraux, fue un hombre de acción y tomó parte en la contienda bélica. Todo esto nos ilustra sobre el diálogo fluido entre Mercurio y Marte, desde ya que posibilitado a través de esa ampliación de conciencia mencionada. Ahora bien, falleció siendo un hombre joven (a los cuarenta y cuatro años) y el misterio de su muerte quedó hundido en el fondo del Mediterráneo. Canceriano al fin, optó por regresar a su elemento esencial. Tal vez nunca sepamos si lo derribaron los nazis, o su avión sufrió una falla mecánica o el que falló fue su corazón provocando la caída de su avión en el mar. Pero dejó una pista antes de partir en el que sería su último vuelo, había dejado una nota sobre una mesa: «Si me derriban, no extrañaré nada. El hormiguero del futuro me asusta y odio su virtud robótica. Yo nací para ser jardinero. Me despido.»
Para ese entonces su libro más famoso ya tenía un año y tal vez su misión en esta vida estaba terminada a partir de quizás su frase más famosa: «Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos»
(*) «El camino difícil» es un cuento de Hermann Hesse.